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Masoterapeuta integral

Mi historia comienza hace más de 30 años, donde a los 8 años mis tíos hacían fila en las reuniones familiares para que les diera masajes. Desde muy pequeña sentí el vínculo y el amor que significa dar sanación a las personas, cómo eso los ayudaba y generaba placer. Algunos me hablaban de estrés y cansancio conceptos que a esa edad no los tenía claros, pero ya a los 10 años entendía que un masaje a la semana significaba que la vida de esa persona fuese distinta y así fue como comencé a comprender que lo que estaba naciendo en mí era algo importante y necesario para todos. Me di cuenta de que ayudar a las personas era algo que había nacido conmigo y ahora tenía las herramientas para desarrollar esa necesidad imperiosa de sanar.

 

Los años pasaron y llegué a la adolescencia donde hubo un montón de cambios en mi vida. Me mantuve haciendo el oficio con el que nací. Me aferré a él y me di cuenta de que había gente que estaba dispuesta a pagarme por realizar algo que para mí era necesario y vital, por lo que se generó un círculo virtuoso donde dar amor me permitía pagar algunos gastos que en mi adolescencia eran importantes. A esa edad las inseguridades son muy fuertes en algunas personas y tengo que admitir que el agradecimiento de mis pacientes me ayudaba a sentirme tanto importante como segura. Me ayudó a sobrellevar esa etapa y sentirme útil desde muy pequeña. Muchas veces había dificultades en la vida, pero siempre entendí que hacer algo bien es suficiente para caminar sobre fuego sin quemarse.

 

Mis especializaciones comenzaron cuando tenía 17 años, donde empecé hacer cursos de reflexología holística. Nunca había hecho masajes en los pies de las personas. Por lo general, las instancias donde hacía masajes eran en mi casa y sin tanta indumentaria, por lo que los masajes de espalda hasta esta etapa eran lo normal. Ahora ya entendí que para que las personas me permitieran indagar en sus pies había que formalizar mi trabajo. Me compré una camilla y una cotona blanca y desde ese día dije “De esto quiero vivir por siempre”. Trabajando en la reflexología holística me di cuenta de que podía llegar al alma de las personas y que las personas se relajaban tanto en el proceso que me contaban sus secretos más íntimos y de alguna manera y no siendo psicóloga, comencé sin indagar mucho a darles mensajes de optimismo y siempre ofreciendo el argumento que no tiene retórica alguna. Cualquier persona que va a masajes y sigue en esa senda, significa que quiere estar bien, en armonía y vivir sanamente, sin el estrés de la vida cotidiana y eso es un camino seguro al éxito.

 

La vida da muchas vueltas y a mediados de mis 25 años tomé muchas responsabilidades en la empresa familiar por lo que no tuve mucho tiempo para desarrollar mi amor por lo que había nacido, sino que tuve que ayudar a las personas que me habían dado la vida. Se notaba que el haber hecho masajes y conocer a muchas personas me permitía fácilmente lidiar con grupos de humanos, grupos de trabajo y que era experta en entender a las personas y elegir a la persona adecuada, para cada tarea, casi con un ojo clínico. Es increíble como los caminos se abren y que algo que parecía puntual y muy mío me permitió ver el problema que cada persona realmente tenia y cómo tratarlas de forma única y entendiendo cada necesidad. Trabajadores, jefes, clientes, todos ellos pasaban por ese tacto que había desarrollado haciendo masajes y que era vital en esta nueva etapa. Me di cuenta de que si no hubiera hecho masajes, no tendría esa facilidad con adultos y mucho menos hablar del corazón con las personas. Eso me lo dio los masajes y nunca lo olvidaré.

 

Hoy en día, ya estoy muy especializada en todas las áreas del arte del masaje. Me considero experta y todas las personas que pasan por mis manos me dicen lo mismo. No saben cuán feliz me hace sentir cuando personas que llegan llenas de problemas a mi consulta salen como si los problemas fueran un pequeño pedazo de su vida y que la vida misma lo es todo y que con bastante cariño y esmero el cuerpo sana las heridas del corazón y del alma. Creo que sanar personas es algo que haré toda mi vida y cada año me especializo y hago más cursos para fortalecer esa confianza absoluta que tengo sobre mi capacidad de hacerlos sentir bien. Nací con algo especial y eso me ha acompañado siempre. Ese algo no me suelta ni yo no lo suelto. Cuando los momentos malos llegan hago masaje y me acuerdo de que con esta bendición con la que nací me puedo sanar a mí y al resto. No hay nada que detenga a una persona determinada y sanar a las personas me hace querer vivir más y más. Tengo claro por qué estoy aquí y que tengo que seguir haciéndolo por el resto de mis vida.

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